Vivir para trabajar puede pasarnos factura si no lo remediamos dándonos cuenta de ello. Es posible que para muchos el trabajo sea cansado, no les motive y sea un auténtico suplicio estar en la oficina. Sin embargo, cuando se está de vacaciones suena el teléfono y se coge rápidamente para atender qué ha podido ocurrir.
En otros casos, la persona entra sistemáticamente a los correos de la empresa por ver si le ha llegado algo urgente durante las vacaciones. Todos estos comportamientos son con los que se denomina síndrome del ejecutivo o workaholism en inglés. Es el término que se usa para las personas que están enganchadas al trabajo. En este artículo de tugesto hablamos sobre ello.
¿En qué consiste el síndrome del ejecutivo?
Se denomina así a los trabajadores que están permanentemente atentos al trabajo durante su jornada laboral y en los descansos y días de vacaciones. Todo ello les condiciona su vida y no les permite desconectar en su tiempo libre para descansar y disfrutar. Asimismo, el rendimiento laboral también se ve afectado. Cansancio crónico, estrés, irritabilidad y preocupación hacen que se desvincule del trabajo para observarlo como a un enemigo.
¿Qué causas existen?
El hecho de que una persona se vuelva adicta a trabajar tiene su origen. La primera de ellas es que la persona de por sí sea ambiciosa, perfeccionista y se exija mucho a sí misma. También siente que es fundamental en el puesto y teme que con su ausencia el trabajo decaiga. Por otro lado, siente la necesidad de estar online en el móvil constantemente, se refugia en el trabajo ante otros problemas personales o bien, siente presión por parte de la empresa.
Respecto a los síntomas, encontramos en primer lugar un estrés psicológico muy alto. Asimismo, hallamos el burnout, problemas para conciliar el sueño, dolores de cabeza, problemas en la piel o la cabeza y ansiedad generalizada e intensa.
¿Cómo podemos evitar el síndrome del ejecutivo?
Lo primero que debe hacer una persona que padezca el síndrome del ejecutivo es analizar. Ser consciente del volumen de trabajo que se está exigiendo y de cuáles son las consecuencias de ello. Le será de utilidad saber que no va a heredar la empresa y que, como todos, al final son un número en la compañía.
Es la mejor forma de deconstruir el pensamiento del síndrome del ejecutivo. Además, conviene hacer un trabajo de introspección para saber cuáles son los síntomas, especialmente si se exige mucho estrés y atención. Hay que enfocarse en el autocuidado y en saber desconectar una vez ha terminado la jornada de trabajo.
En caso de que suframos este síndrome, lo mejor es recurrir a profesionales de la salud mental para que nos orienten y nos ayuden a atajar el problema. Evidentemente, existen grados y cada persona lo padece de una manera, pero la realidad es que no es fácil dejar de sentir el trabajo de esta forma de un día para otro. Si comer mejor, desconectar del móvil, hacer yoga o meditar no funciona, lo mejor es ir a la consulta.
Os añadimos un último lema que cada trabajador debe interiorizar en su puesto laboral cada día: hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar.