Al analizar riesgos psicosociales, encontramos diferentes modalidades relativas a la fatiga (física, mental o emocional). Se trata de una emoción que se desencadena a causa de un esfuerzo sostenido. Asimismo, alerta que debe ser algo atendido, bien en cuanto a nosotros o a causa de la organización en los entornos laborales. De no hacerlo, pueden existir consecuencias que afecten directamente en la salud y el bienestar propio y de los demás. En el entorno laboral, el concepto también guarda relación con el absentismo o la rotación de los puestos de trabajo y en este artículo de tugesto, explicamos todos los detalles.
¿En qué consiste la fatiga?
La fatiga es una sensación común a gran cantidad de personas, ya que forma parte de nuestra condición. El cansancio se percibe como un esfuerzo extra que se vincula también a una tensión que se ha contenido y dilatado en el tiempo. Hallamos distintas intensidades, que oscilan desde muy ligera hasta la más fuerte.
Como características generales encontramos una disminución de acción de la persona, afecta de forma personal tanto de manera física como psíquica, tiene gran cantidad de aspectos subjetivos, puede hacerse crónica y persistente, implicando a todos los niveles profesionales y nos indica que es necesario parar para descansar. En el momento en que la fatiga se traduce en que no nos permite recuperarnos debidamente de ella, es cuando podemos hablar de la fatiga crónica. Existe una gran importancia a la hora de prevenir que tengamos en cuenta los efectos negativos del diseño, espacios, herramientas y adaptación de los trabajadores al puesto.
¿Qué es la fatiga laboral?
Es la que se origina entre la persona y el trabajo. En este sentido existen dos técnicas a la hora de prevenir la fatiga. Por un lado, las estrategias que se centran en la persona y, por otra, las enfocadas en condiciones de trabajo y organización.
En la empresa donde se desenvuelva esta situación, será necesario identificar las características de las condiciones laborales u organización que aumentan dicha fatiga para así implementar las medidas que se consideren necesarias para reducirla. Dichas medidas no tienen por qué ser necesariamente específicas, sino que al adoptar aquellas otras que posibilitan eliminar o minimizar los riesgos, estaríamos reduciendo los efectos de las condiciones de trabajo que afectan a los trabajadores.
Uno de los ejemplos sería si cuando empleamos pantallas de visualización de datos, adoptamos una postura que sea adecuada, con un asiento ergonómico y pantalla y útiles dispuestos debidamente. Y no solo ello, sino que también se prestará atención a las condiciones ambientales, en cuanto a si son confortables y se ajustan a la exigencia de la tarea, si los programas manejados son intuitivos y utilizables, con autonomía y gozo de pausas.
Si se cuenta con apoyo social en el entorno de trabajo y todo lo anterior, no intervenimos únicamente en aspectos que se centran en aspectos ergonómicos y psicosociales, sino que también se previene la fatiga física, sensorial y emocional. Con ello, se desarrollan acciones centradas en la persona, como el entrenamiento en estrategias y habilidades de gestión del posible cansancio.
¿Cuál es la relación entre fatiga laboral y absentismo?
El absentismo laboral de escasa duración es el más relacionado con el de la fatiga mental. Dichas ausencias se deben a la necesidad de un descanso de la persona y los síntomas son muy diversos: trastornos musculoesqueléticos, dolores de cabeza o molestias digestivas son solo algunos ejemplos. La recuperación únicamente surte efecto durante un breve período de tiempo en caso de que se mantengan las condiciones que fomentan la aparición de la fatiga.
Las condiciones que pueden desencadenar que aparezca son el diseño del puesto y equipo de trabajo con una sobrecarga cuantitativa considerable, poca iluminación, ruido, temperatura inadecuada, ritmo de trabajo monótono, falta de autonomía en la planificación, posturas estáticas de trabajo u horarios inadecuados.
¿Qué consecuencias directas a nivel laboral tiene la fatiga?
La primera de ellas y una de las más relevantes es la alta probabilidad de accidentes de trabajo, con un absentismo mayor al contar con trabajadores que están fatigados. Con ello, se aumenta el riesgo de que las personas puedan padecer enfermedades de índole cardiovascular, se reduce la agudeza visual y auditiva, aumentan los errores de memoria y se puede transformar en fatiga crónica.
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